La esclavitud todavía existe en Estados Unidos. No se trata de una hipérbole: es la realidad plasmada en las constituciones de muchos estados y, lo que es más inquietante, en la propia Constitución estadounidense. La 13.ª Enmienda, a menudo celebrada por abolir la esclavitud, incluye una excepción escalofriante: la esclavitud y la servidumbre involuntaria están permitidas como castigo por un delito.
Durante más de 150 años, esta cláusula de excepción ha perpetuado un sistema en el que las personas encarceladas (en su mayoría personas de color) se ven obligadas a trabajar por poco o ningún salario. Se enfrentan a amenazas que van desde el aislamiento hasta la denegación de la libertad condicional y restricciones al contacto familiar si se niegan a hacerlo. No se trata simplemente de esclavitud moderna, sino de esclavitud real, camuflada en la jerga legal del castigo. Para los abolicionistas, la lucha está lejos de terminar, y los resultados de las elecciones recientes ponen de relieve la urgente necesidad de reavivar el fuego de la justicia.
Cualquiera sea su postura sobre el trabajo penitenciario —ya sea que crea que beneficia a las personas encarceladas o lo considere un castigo apropiado— hay una verdad en el fondo: si condena la esclavitud, no puede aprobar la cláusula de excepción.
La cuestión no es si los trabajadores encarcelados deberían ganar un salario digno o si deberían trabajar. La cuestión es clara e inflexible: ¿Aceptamos o rechazamos la esclavitud?
Nevada respondió decisivamente Al aprobar la Propuesta 4 en las elecciones de 2024, dio un paso audaz para poner fin a la esclavitud en todas sus formas. Mientras tanto, California, a menudo considerada como una pionera progresista, no logró aprobar la Propuesta 6, que buscaba lograr el mismo objetivo. ¿Cómo puede un estado que se enorgullece de su justicia y equidad fallarle a la causa abolicionista? La respuesta no radica solo en la confusión o la apatía de los votantes, sino en no nombrar el problema por lo que es: esclavitud.
Llamalo como es
La propuesta de votación de Nevada buscaba explícitamente abolir “la esclavitud y la servidumbre involuntaria”. Sin embargo, la Proposición 6 de California omitió la palabra esclavitud en su totalidad, centrándose en cambio en la “servidumbre involuntaria”. Esta omisión puede haber atenuado su impacto, dejando a los votantes sin un imperativo moral claro.
El movimiento abolicionista siempre ha comprendido el poder del lenguaje. Cuando lo llamamos esclavitud, Eliminamos los eufemismos que ocultan su brutalidad. El fracaso de la Proposición 6 subraya una lección fundamental: la gente no puede rebelarse contra una injusticia que no reconoce plenamente. Por eso sostenemos que no se trata de una cuestión de reforma penitenciaria. Es una cuestión de derechos humanos. Es esclavitud. Y ya es hora de ponerle fin.
La abolición requiere acción
No se trata de gestos simbólicos. En todo Estados Unidos, las cárceles obligan a los presos a trabajar en condiciones que, en el mejor de los casos, son explotadoras y, en el peor, deshumanizadoras. Luchan contra incendios forestales, fabrican bienes que generan enormes ganancias y prestan servicios esenciales, ganando unos pocos centavos por hora, si es que les pagan. Los paralelismos con la esclavitud histórica son evidentes, innegables e inaceptables.
La lucha por la abolición es lejos de terminarNo podemos quedarnos con las victorias pasadas ni dar por sentado que la justicia avanzará sin esfuerzo. La verdadera abolición exige la eliminación de la cláusula de excepción de la constitución de cada estado (siguiendo el ejemplo de Nevada) y de la propia Constitución de los Estados Unidos.
Este es un llamado a las armas para todos los que creen en la dignidad de la humanidad: levántense, hablen y exijan el fin de la esclavitud. Llamémosla por su nombre. Rechacemos el lenguaje aséptico y los debates superficiales que oscurecen su existencia. Enfrentemos la incomodidad de su persistencia y transformemos esa incomodidad en acción.
La abolición nunca fue una victoria única. Siempre ha sido, y sigue siendo, una lucha continua. Tenemos la obligación de terminar lo que ellos empezaron, tanto por quienes lucharon antes que nosotros como por quienes todavía sufren hoy. La esclavitud debe terminar.En todas partes y en todas sus formas.