A Nathkulasinham Nesemalhar, una viuda de 54 años de la antigua zona de guerra del norte de Sri Lanka, se le prometió trabajar en Omán como empleada doméstica de una familia acomodada. Iba a recibir una bonita habitación, un horario de trabajo decente y 30,000 rupias (150 dólares) al mes para pagar sus deudas.
En cambio, se encontró atrapada en una habitación con poca luz y sin ventilación con otras mujeres. La sacaban todos los días, la enviaban a diferentes hogares para limpiarla y luego la volvían a encerrar todas las noches.
“Éramos 15. Nunca nos pagaron. Finalmente regresamos a casa cuando intervino el gobierno de Sri Lanka ”, dijo la madre de tres hijos.
A menudo se denuncia el abuso de trabajadoras del hogar de África y Asia en países como Arabia Saudita, Qatar, Bahrein y Omán. Pero la historia de Nesemalhar destaca una nueva tendencia en Sri Lanka, donde miles de viudas de guerra enfrentan la falta de oportunidades, lo que las convierte en presa fácil de los traficantes de personas.
Después de un conflicto de 26 años con los Tigres Tamil, Sri Lanka se encuentra en su octavo año de paz. El conflicto se cobró más de 100,000, con alrededor de 65,000 desaparecidos y millones más desplazados por la violencia, que se concentró principalmente en las provincias del este y norte.
Las Naciones Unidas estiman que más de una quinta parte de los 250,000 hogares en esta región están encabezados por mujeres como Nesemalhar, viudas de guerra que se han convertido en el sostén de la familia. Sin trabajo ni oportunidad para mantener a sus familias, estas mujeres se ven obligadas a endeudarse, lo que las hace vulnerables a la explotación por parte de las redes de trata.
Las agencias de contratación emplean a aldeanos locales que son conocidos y de confianza en sus comunidades y que buscan mujeres endeudadas y empobrecidas. Afirman ofrecer trabajos decentes, salarios generosos y una buena vida. Las mujeres deben firmar un contrato básico y completar algunos trámites, pero a menudo se las engaña acerca de los términos y condiciones reales.
Esta situación equivale a una forma de trabajo forzoso, donde las agencias de contratación registradas por el gobierno engañan a las víctimas haciéndoles creer que no será necesario pagar tarifas.
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