Si bien los niños soldados están sujetos a condiciones horribles, que incluyen trabajo forzado, explotación sexual y violencia de género, con demasiada frecuencia se los pasa por alto como víctimas de la esclavitud moderna.
Niños soldados discriminados
Un niño soldado es definido por la ONU como cualquier persona menor de 18 años que ha sido utilizada por un grupo armado en cualquier capacidad. Esto de ninguna manera se limita a la lucha armada e incluye cocineros, porteadores, espías y con fines sexuales.
El estigma asociado a los ex niños soldados les dificulta reintegrarse a la sociedad y recibir el apoyo especializado que conlleva ser reconocido como víctima de la esclavitud moderna.
Los ex niños soldados enfrentan discriminación por parte de las autoridades, sus comunidades locales e incluso sus propias familias. Dependiendo de cuándo regresen a la vida civil, ya sea como niños o como adultos, la percepción es que son “no buenas personas” que han cometido crímenes de guerra. Esta percepción anula la caracterización de los ex niños soldados como víctimas que necesitan apoyo ya quienes se les han cometido delitos graves y, a menudo, violentos.
Pasado por alto
Aunque se considera que los niños son particularmente vulnerables a la trata y la explotación de personas, en los contextos de posguerra la prioridad de los programas contra la trata se dirige a las mujeres adultas que han experimentado la trata con fines de explotación sexual, mientras que a menudo se pasan por alto las necesidades de los niños soldados.
Escribiendo en openDemocracy, Benedetta Wasonga explica cómo tratar a los niños soldados como supervivientes puede contribuir a su reintegración:
Involucrar a los niños soldados como 'sobrevivientes' es una forma de abrir un camino para involucrarlos en el diseño de políticas y programas. También es una forma potencialmente poderosa de cambiar la narrativa que los rodea de manera que pueda facilitar su reintegración.
Tulieza (nombre ficticio) es un ex niño soldado que ahora trabaja en una organización intergubernamental en África. Lo sacaron de su aldea cuando tenía 15 años durante la guerra entre Etiopía y Eritrea en la década de 1990. Posteriormente, luchó por ingresar a la educación formal ya que las instituciones desconfiaban de él y de su participación en la guerra. El explica:
Si bien los estados se comprometen públicamente a proteger a estos grupos vulnerables, también incluyen a las personas en la lista negra como ex niños soldados y, posteriormente, los clasifican como criminales de guerra con huellas dactilares almacenadas en las bases de datos del gobierno. Esto significa que su marginación y exclusión continúa mucho después de que son niños: la policía les niega las autorizaciones y la visa de viaje, lo que les impide mudarse o solicitar asilo.
La comunidad internacional puede hacer más
Poco se sabe sobre el estigma que soportan los ex niños soldados y cómo esto afecta su capacidad para reconstruir sus vidas y recuperarse de sus experiencias. Es imperativo que la comunidad internacional se comprometa de manera significativa con los ex niños soldados y los involucre en el desarrollo de programas y políticas para garantizar que sus necesidades ya no se pasen por alto.
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