Dos siglos después de la abolición de la trata transatlántica de esclavos, más de doce millones de personas continúan siendo sometidas a formas modernas de trabajo forzoso caracterizadas por la coerción y la explotación. La investigación de campo original presentada en este volumen muestra que las víctimas incluyen no solo trabajadores indígenas en países andinos o personas de ascendencia esclava en Níger, sino también trabajadores migrantes traficados a Europa y Estados Unidos y miembros vulnerables de la fuerza laboral en Brasil y Pakistán.
El libro destaca algunas de las medidas que se pueden tomar para combatir estas prácticas inaceptables. Los autores argumentan a favor de un enfoque del mercado laboral que incluya la regulación y el seguimiento de los intermediarios laborales, el fortalecimiento de los sistemas de inspección del trabajo y una mayor participación de los sindicatos y los tribunales laborales.