Shiela Tebia Bonifacio tenía 23 años cuando viajó a Hong Kong desde Filipinas para trabajar como empleada doméstica. Lo que esperaba que fuera una oportunidad para mejorar su vida pronto se convirtió en una pesadilla.
Sus turnos “sin parar” comenzaban a las 5 de la mañana y por la noche se esperaba que durmiera en el suelo. El hijo de una de las familias con las que trabajaba la sometió a abusos sexuales. Ella le dijo a Al Jazeera, que se sintió “asustada y humillada”.
Pero quince años después, Bonifacio es uno de los activistas que luchan incansablemente para mejorar las condiciones de otros trabajadores domésticos en Hong Kong.
El movimiento liderado por sobrevivientes está ganando terreno
Bonifacio es ahora presidenta de una alianza de organizaciones de mujeres inmigrantes filipinas, Gabriela Hong Kong. Su grupo ayuda a informar a las mujeres sobre sus derechos y ofrece servicios como asesoramiento y controles de la presión arterial.
Gracias a sus campañas, han logrado cambios significativos para los trabajadores domésticos, incluida la prohibición de 2012 de obligar a los trabajadores a limpiar ventanas después de que varios cayeron y murieron.
En 2018, también fueron fundamentales para que los trabajadores domésticos obtuvieran el derecho a asistir a los tribunales laborales de forma remota, lo que significa que podían presentar reclamos incluso después de salir de Hong Kong.
Y el movimiento está creciendo. Cada vez más mujeres están llevando a sus empleadores a los tribunales por abuso y explotación que a menudo equivalen a la esclavitud moderna.
El camino por delante
Pero la lucha está lejos de terminar. La escala del abuso es masiva y las protecciones legales aún son débiles. La investigación realizada por el Centro de Justicia en 2016 encontró que el 66% de los trabajadores domésticos en Hong Kong estaban experimentando explotación y alrededor de 1 de cada 6 estaba sujeto a trabajos forzados.
Las leyes laborales de Hong Kong discriminan a los 340,000 trabajadores domésticos migrantes que viven allí, dejándolos vulnerables a la esclavitud moderna.
La llamada regla de las “dos semanas”, por ejemplo, estipula que los trabajadores domésticos deben abandonar la ciudad dentro de dos semanas si pierden su trabajo. También están excluidos de las prestaciones sociales en caso de quedar desempleados. Como resultado, muchos trabajadores se quedan con empleadores abusivos para evitar la deportación.
Las leyes de “residencia” significan que deben vivir con sus empleadores, lo que los pone en mayor riesgo de verse obligados a trabajar en exceso, aislarse y vivir en condiciones indecentes. Se les permite sólo un día libre por semana.
Aunque muchos ganan salarios ilegalmente bajos, los trabajadores domésticos tienen derecho a un salario mínimo de 4,730 dólares de Hong Kong (603 dólares) al mes. Esto es menos de la mitad del salario mínimo para todos los demás trabajadores, que es de 40 dólares de Hong Kong (5.10 dólares) la hora.
Actualmente, los trabajadores están luchando por su derecho a suspender sus contratos de dos años antes de tiempo para cambiar de empleador después de que en marzo se lanzó una consulta pública sobre propuestas para permitir un cambio de empleador solo en "circunstancias excepcionales". Esto daría como resultado que más víctimas de la esclavitud moderna se vean obligadas a permanecer con sus abusadores.
Únete a la pelea
Los legisladores y organismos gubernamentales de todo el mundo deben tomar medidas urgentes para poner fin a la discriminación contra los trabajadores domésticos migrantes y garantizar sus derechos y seguridad frente a la explotación.
La comunidad de Freedom United hace un llamado a todos los gobiernos para que ratifiquen el Convenio 189 sobre trabajadores domésticos de la OIT. Este compromiso es esencial para que los trabajadores domésticos reciban el mismo trato y protección contra la explotación que los demás trabajadores.
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