Un senador nigeriano, Ike Ekweremadu, y su esposa Beatrice están siendo juzgados en el Reino Unido por explotar a un joven de 21 años para viajar a Londres y donar un riñón.
Acusado bajo la legislación de esclavitud moderna
En el Reino Unido, recompensar a alguien por donar un órgano es ilegal. Según la legislación moderna sobre la esclavitud, también es un delito "organizar o facilitar el viaje de", en este caso, una persona al Reino Unido para su explotación.
Al abrir el caso, el fiscal Hugh Davies KC dijo que "el estatus y la influencia de Ekweremadu habían producido un grado significativo de riqueza".
La familia de Willesden Green, al noroeste de Londres, tenía “conexiones internacionales”, dijo. La condición de Sonia Ekweremadu, dijo, podría haberse aliviado o curado con un trasplante de riñón, y la familia era “cercana, abierta y cariñosa”, con un “interés directo en el tratamiento médico de Sonia”. El último cargo puede hacer que el senador cumpla cadena perpetua, una sentencia mucho mayor que el máximo de 3 años por donación ilegal de órganos.
El objetivo, un joven que se cree que ahora tiene alrededor de 22 años, fue reclutado de un mercado en Lagos. Le ofrecieron una suma que asciende a cerca de £ 2,400 y prometió que podría vivir y trabajar en el Reino Unido.
“Para él”, dijo Davies, “un comerciante callejero de Lagos, estas sumas y recompensas eran significativas”.
Decepción
No todo estaba a la vista, los informes sugieren que el "donante" no comprendía completamente la naturaleza del intercambio. Tampoco estaba en condiciones de salud para donar.
Un especialista, el Dr. Peter Dupont, que conoció a la presunta víctima de la trata, se preocupó por la donación.
Él creía que la madurez, la edad y el origen étnico del joven lo ponían en riesgo de complicaciones a largo plazo si donaba un riñón, escuchó el jurado.
Supuestamente, a la víctima le dijeron mentiras y le dieron dinero por goteo para mantenerlo dependiente de las personas que pensó que lo estaban ayudando. Mientras tanto, la familia Ekweremadu y su socio, el Dr. Obeta, rechazan cualquier conspiración para explotar a un extranjero empobrecido.
No se ha llegado a una conclusión al respecto. El juicio continúa.
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