Hay más de 2 millones de trabajadores domésticos en Filipinas, pero muchos de ellos continúan enfrentando los mismos problemas que sus pares en todo el mundo: salarios por debajo del salario mínimo, horas de trabajo excesivas, exclusión de las protecciones sociales, etc. Sin embargo, el país tiene una ley nacional sobre trabajo doméstico, la Ley de la República Nº 10361 (o Batas Kasambahay), que consagra aumentos del salario mínimo, protección social obligatoria, días libres semanales y contratos escritos. Entonces, ¿por qué algunas trabajadoras del hogar se han quedado en el olvido?
La respuesta simple sería mirar a los empleadores porque al final del día, sus hogares son los lugares de trabajo de los trabajadores domésticos. Pero sería incorrecto dar a entender que todos los empleadores son malos o que los empleadores son el enemigo. De hecho, Filipinas ha demostrado su liderazgo mundial en la búsqueda de solidaridad entre los trabajadores domésticos y los empleadores.
Escribiendo en Open Democracy, Julius Cainglet y Ronahlee Asuncion relatan que los filipinos sabían que debían proteger a las trabajadoras del hogar en casa si se quería proteger a las trabajadoras del hogar filipinas migrantes en el extranjero:
En 2011, cuando se planteó de nuevo la posibilidad de adoptar normas laborales para el trabajo doméstico en la Conferencia Internacional del Trabajo de Ginebra, los empleadores de la Confederación de Empleadores de Filipinas (ECOP) se inclinaron a apoyar una mera recomendación no vinculante.
Sin embargo, al año siguiente, los empleadores, con mucha insistencia de los sindicatos, las organizaciones de la sociedad civil y los propios trabajadores domésticos, cambiaron de posición para apoyar una convención vinculante. Esto se debió en parte a que los sindicatos les hicieron darse cuenta de que respetar los derechos de los trabajadores domésticos en Filipinas le daría al país la influencia necesaria para exigir respeto y cuidado de los derechos de los trabajadores domésticos filipinos en el extranjero.
Conseguir que los empleadores estuvieran de acuerdo con los sindicatos era fundamental, ya que el gobierno de Filipinas presidía el Comité de la OIT que deliberaba sobre las nuevas normas laborales para el trabajo doméstico. El conocimiento de que contaba con el apoyo tanto de los sindicatos como de los empleadores permitió al gobierno dirigir el debate hacia una convención internacional muy necesaria sobre el trabajo doméstico. Más tarde se convirtió en el Convenio 189 de la OIT sobre trabajo decente para las trabajadoras del hogar.
Además, Filipinas es parte del Convenio 144 de la OIT sobre consultas tripartitas y promulgó una ley sobre tripartismo. Esto significa que el gobierno siempre consulta tanto a los trabajadores como a los empleadores cuando se analizan las leyes y reglamentos laborales, incluido el trabajo doméstico. Los empleadores pueden, dada su posición única, ser quienes se aseguren de que los trabajadores domésticos sean tratados bien.
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