*Advertencia: Este artículo contiene menciones de violación, abuso físico y suicidio.
Trabajadoras domésticas kenianas en Arabia Saudita han presentado relatos desgarradores de abuso sexual, esta vez no solo por parte de empleadores, sino también de diplomáticos kenianos. Un impactante... New York Times revela que algunos funcionarios de la embajada supuestamente se aprovecharon de las mismas mujeres que tenían la tarea de proteger.
Explotando a los explotados
En 2020, Selestine Kemoli trabajó como empleada doméstica en Arabia Saudita en condiciones brutales. Según informes, su empleadora le cortó los senos con un cuchillo de pelar, la violó y la obligó a beber orina. Desesperada por regresar a casa con sus hijos, Kemoli buscó ayuda en la embajada de Kenia en Riad.
Pero en lugar de apoyo, sufrió más abusos. Cuando Kemoli compartió su experiencia con el diplomático de la embajada, Robinson Juma Twanga, su respuesta fue asombrosa. Como lo destacó el Deccan HeraldSegún se informa, Twanga dijo:
“Eres hermosa… Dormiré contigo, igual que tu jefe se acostó contigo”.
Otras mujeres kenianas han compartido experiencias similares con Twanga. Afirman que les pidió sexo o dinero a cambio de un billete de vuelta e incluso les sugirió que se dedicaran al trabajo sexual. Varias mujeres también denunciaron haber sido explotadas por otros funcionarios de la embajada.
Faith Gathuo llegó a Arabia Saudita en 2014. Después de que su empleador la violara y golpeara, dejándola embarazada, acudió a la embajada en busca de ayuda. Un funcionario de la embajada se ofreció a ayudarla, a cambio de dinero y sexo. A pesar de haberle dado todo su dinero, no recibió ninguna ayuda y finalmente se enfrentó a la deportación.
Kenia sigue haciendo la vista gorda
La actual crisis económica de Kenia sigue obligando a decenas de miles de kenianos a emigrar cada año a un país donde carecen de protección. Las remesas de los trabajadores migrantes se han convertido en una fuente vital de ingresos nacionales, y El presidente William Ruto ha expresado públicamente su intención enviar aún más kenianos al exterior a través de nuevos acuerdos laborales.
Mientras tanto, las élites políticas de Kenia y los miembros de la familia real saudí han invertido mucho en las agencias de contratación que envían trabajadoras domésticas al extranjero. Como resultado, el sistema, que no funciona, sigue funcionando, a pesar de los informes generalizados de abusos.
Un portavoz del presidente Ruto afirma no tener conocimiento de abusos en la embajada. Al ser contactado para solicitarle comentarios, Twanga se negó a comentar las acusaciones, alegando que se había jubilado.
En Nairobi, los abogados han recogido testimonios de más mujeres que dicen que los funcionarios de la embajada les exigieron sexo o dinero o las animaron a dedicarse al trabajo sexual en lugar de ayudarlas.
Bonareri Okeiga, ex coordinadora de programas de Global Justice Group, una organización de asistencia jurídica, afirmó:
“No hay nadie que les pida cuentas”
En un ejemplo desgarrador, los familiares de tres trabajadores kenianos fallecidos en Arabia Saudita afirmaron que las autoridades les pidieron que contribuyeran con el costo de traer a casa a su ser querido. Funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de Kenia afirmaron que el ministerio no podía asumir los costos, pero cuando las familias regresaron con abogados, se retractaron.
¡Exijamos responsabilidades ahora!
El abuso que sufren las trabajadoras domésticas kenianas solo para mantener a sus familias es inhumano e inaceptable. Algunas quedan atrapadas, otras regresan a casa sin dinero o en ataúdes. Y algunas, como Kemoli, aún cargan con el peso de su trauma años después y han intentado quitarse la vida.
El gobierno de Kenia, y todos los gobiernos, deben redoblar sus esfuerzos para proteger a las trabajadoras domésticas. Por eso debemos seguir alzando la voz. Firma nuestra petición hoy para ayudar a poner fin a la servidumbre doméstica y exigir protecciones más fuertes para los trabajadores en todo el mundo.
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